Monday, January 30, 2006

PERSÉFONE (2)

Mi personaje se presenta en público como un resumen de todo lo que es aceptable y conveniente, porque ese es su papel. Es correcto, culto, amistoso, tolerante...él es, como muchas veces se dice y él en ocasiones se cree, la “imagen” del canal.

He realizado muchos estudios de tipo clínico sobre ese asunto de la imagen. No me interesa la parte publicitaria o las consideraciones sociológicas: si la imagen es el vicio de una sociedad volcada hacia la apariencia en contraposición con el ser es un asunto que no forma parte de mi campo de estudio. Lo importante para mi es que refleja, en casi todos los casos, una cortina que yo debo correr para hacer mi tarea con eficiencia. como he logrado hacer en este caso, gracias a esa mínima intromisión de un detalle que me ha permitido ver algo detrás de esa imagen.

EL debe desempeñar, como he dicho, un papel neutro; sus opiniones no cuentan o sólo cuentan en la medida en que sean expresión de lo que se asume que piensa su público. El público es otra de esas generalizaciones sin contenido que interactúa con la imagen para hacer mi trabajo más difícil. Siempre se dirigen a un público imaginario en el que no hacen sino reflejar su imagen, imaginaria también. El elemento que introduce alguna porción de realidad es el entrevistado. Mi paciente tiene un segmento de entrevistas y cada día conversa con una persona diferente. El entrevistado no escapa, desde luego, a la ecuación entre imagen y público, también muestra solamente lo que se considera correcto y conveniente mostrar. Pero como su configuración es diferente de la del entrevistado, la interacción no siempre es predecible. Sobre todo cuando hay un duende en la tramoya, como yo.

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