Saturday, November 21, 2009

TIEMPO Tiempo




La mañana avanzaba lentamente ese día de junio y las nubes grises y bajas que flotaban sobre la ciudad parecían haberse estacionado allí para siempre. El verano que comenzaba no parecía que fuese más o menos caliente que el de otros años, pero se notaba menos bullicio en las calles. Al menos en esto, el curso del tiempo hacía sentir los cambios que producía.

Eladio tenía problemas para entender ese concepto tan básico y tan misterioso que llamamos Tiempo y siempre estaba haciéndose preguntas y proponiendo respuestas para aliviar la desazón que todo lo relacionado con esto le producía.
Era un hombre, por lo demás, alto, flaco y huesudo, con una cabeza como esculpida en piedra y una barba rala y negra. Tenía cuarenta y tantos años y estaba aquella mañana sentado en el parque leyendo “Ser y Tiempo” de Heidegger, un libro que en nada se parece a los que suelen llevarse consigo cuando uno quiere pasar un rato al aire libre o disfrutar del clima benévolo. Eladio no podía, ni quería, disfrutar en absoluto. Había adoptado hacía mucho la postura de que la vida era algo difícil y terrible y que el disfrute era una pérdida de tiempo…sí, en la mayor parte de las cosas de Eladio el tiempo figuraba como protagonista.
Cerró el libro, después de subrayar una frase junto a la cual escribió la palabra “crucial”, y comenzó a andar hacia la salida. Llegó allí y se detuvo. Parecía como si estuviera tratando de recordar algo muy importante, su actitud era la de quien se detiene a reflexionar si no ha dejado en el lugar del que viene algún paraguas olvidado. De hecho, Eladio dio media vuelta sin desplazarse demasiado y contempló la torre que dominaba el parque que acababa de abandonar. Era la Tour Saint Jacques, en la que Pascal había realizado importantes experimentos y que en otra época formaba parte de una iglesia que desaforados parisinos habían quemado y demolido en la Revolución. Pero no era en Pascal ni en la Revolución en lo que pensaba Eladio, tampoco en el imaginario paraguas, desde luego. Pensaba en el tiempo. Y éste pasaba, mientras él le dedicaba sus pensamientos, sin parecer alterarse en absoluto.

- ¿Me puede decir Ud. qué hora es? – preguntó la jovencita.

Eladio tardó un largo momento en percatarse de que la pregunta estaba dirigida a él. Cuando al fin cayó en cuenta y mientras levantaba el brazo y dirigía una mirada automática a su reloj pulsera Longines, hizo una fugaz observación de la muchacha y sintió que algo en ella le resultaba familiar.

Era una mujer de unos veinticinco años, delgada, pequeña, con el cabello negro cortado à la garçon y una sonrisa fácil en su boca bien formada y juguetona. Iba vestida con un conjunto de primavera lila, zapatos blancos de buena calidad y llevaba al hombro una cartera de marca. Eladio pensó primero que era alguien que llevaba retraso para algún rendez vous pero tuvo que cambiar de opinión de improviso cuando la mujer continuó, al ver que al hombre le costaba responder a su solicitud:

- Se lo pregunto porque tiene usted aspecto de ser alguien con ideas precisas acerca del tiempo.

El gesto de la muñeca, la mirada y el Longines se cortaron en seco. Eladio abrió sus ojos negros hasta el máximo y observó de nuevo a la mujer, que parecía no querer otra cosa que ser observada por él.

- Me llamo Sofía- dijo.
- Yo soy Eladio- respondió él sin saber lo que hacía ni por qué.
- Le propongo que nos sentemos un momento a conversar.- replicó ella como en un juego de ping pong.

El señaló en plan zombie con el índice de su mano izquierda – era zurdo- el café que desplegaba sus mesas en la terraza del otro lado de la calle y ambos giraron la mirada hacia el semáforo. Cuando éste cambió a verde, Sofía y Eladio cruzaron la calle con pasos decididos y acompasados, como si fueran amigos de toda la vida, y llegaron hasta el Café Sarah Bernhardt, que en otra época fue lugar de encuentro de gente de teatro y que actualmente es visitado principalmente por turistas durante el día y por el público del Chatelet durante las noches.

Después de ordenar y mirarse un rato sin atreverse a hacerlo demasiado directamente a los ojos los dos empezaron casi al unísono:

- No quisiera que usted pensara…

No. Ninguno pensaba del otro que fuera un oportunista en busca de algo turbio.

- Me dedico a la decoración- aclaró Sofía.
- Yo soy filósofo: me dedico al Tiempo – explicó Eladio.

Siguió un largo silencio.
- ¿Qué relación puede haber entre la filosofía del tiempo y la decoración? Ustedes son dos delirantes. –

La voz que emitía estas palabras provenía de la mesa más cercana a la que ocupaban Sofía y Eladio y pertenecía a una anciana muy emperifollada que parecía haber interrumpido la lectura de un pequeño libro para dirigirse a ellos.

- Se los diré yo.- prosiguió la señora sin esperar respuesta. Y les explicaré también que entiendo por “delirantes”, no quiero que piensen que utilizo la palabra a manera de insulto o de calificativo.

“Un calificativo es de cualquier manera” pensó Eladio para si.
-Se equivoca- dijo la anciana como si hubiera leído los pensamientos del filósofo. Puede ser, y es, un sustantivo. “Los delirantes” es el nombre que da el autor del libro que estoy leyendo a personas que están a mitad de camino entre la santidad y la locura.

Sofía y Eladio la observaban con las bocas más abiertas que de costumbre y cada uno de ellos se hizo una imagen de ella con los medios imaginativos con que contaba. Para Eladio se trataba de una anciana probablemente viuda, adinerada y aburrida que pertenecía a algún círculo esotérico o espiritista y que disfrutaba llamando la atención de la gente con la exhibición de supuestos poderes telepáticos. Para Sofía era una viejecita experimentada en cuestiones de amor que intentaba propagar su entusiasmo por la vida a quien quisiera oírla, a cambio de un poco de compañía que aliviara su soledad.
- No soy lo que ustedes piensan- prosiguió la mujer. Me llamo Eris Blackman y tengo ya setenta y cuatro años, aunque no los aparente. No suelo hablar con desconocidos y he tenido catorce amantes regulares, porque los irregulares no cuentan, son extras de mi película. Soy actriz y les invito a verme el jueves por la noche en una comedia en la que hago el papel protagónico. Espero que no pierdan la ocasión.

Con inesperada energía, la anciana se levantó, se acercó a la mesa de Sofía y Eladio y dejó en ella dos tickets que extrajo de su bolso. Con esto, una sonrisa y un ligero revoloteo desapareció del campo visual y se perdió en la multitud que recorría la acera en dirección a la entrada del Metro Chatelet.

Eladio miró su reloj de nuevo y anotó mentalmente que habían pasado siete minutos desde el momento en que abandonara el banco del parquecito. Se dijo que habían sido siete minutos repletos de acontecimientos y dejó en su cerebro una nota para pensar más tarde en la velocidad del Tiempo vacío en relación a la del Tiempo lleno.

- ¿Considera usted que tenemos algo de locos o algo de santos? Preguntó Sofía después de darle un diminuto sorbo a su café.

- Algo de ello tendremos todos de alguna manera- respondió Eladio sin pensar. Estaba sintiendo una curiosa sensación que le impedía centrarse en la pregunta que la chica le hacía. Experimentaba un ardor sexual repentino y no podía separar su mirada de los pechos de Sofía.
Esta no hizo ninguno de los gestos típicos de las mujeres que se saben observadas o deseadas, como arreglarse el escote o endurecer la mirada. Por el contrario, extendió las piernas con holgura hasta que una de ellas rozó ligeramente las de él, que de inmediato compuso su postura y se colocó en su silla como un escolar en su pupitre cuando hace su entrada el maestro.

Se sentía miserable y desarmado frente a aquella joven. Nada de lo que había estudiado sobre el Tiempo parecía servirle para iniciar una conversación con ella que tuviera algún futuro. Deseó que la tierra se lo tragara de inmediato o que estallara de pronto una tempestad. Ocurrió lo segundo.

Como si se tratara de una lluvia tropical que se desencadenara de improviso, gotas enormes y calientes en cantidad inimaginable para una ciudad tan organizada y civilizada como París comenzaron a caer sobre la mesa y sobre las cabezas de Sofía y Eladio. En cosa de segundos los dos estaban empapados y chorreando agua por todas partes. La gente corría a guarecerse bajo los aleros o en el interior de los locales y fue esto último lo que el hombre y la mujer, tomados sin saber por qué de la mano, hicieron en seguida.
Tiritando y riendo a la vez muy juntos al lado de la barra del Sarah Bernhardt pidieron un Armagnac y un Calvados y brindaron por su encuentro, por la lluvia, por Eris Blackman y la santa locura. Era el día 30 de julio y sonaban en los Campanarios las doce en punto del mediodía.

- Son tiempos extraños- comentó un mesero a otro.
- Les temps de l’amour- agregó el interpelado citando el título de una canción de moda.

Aquella noche Sofía y Eladio durmieron juntos por primera vez.
Pero la historia no termina allí. Apenas comienza.

Friday, May 26, 2006

El pájaro

LAS FORMAS QUE FUE ADQUIRIENDO la expresión de aquella época se tornaron de pronto caducas. Para decir lo que realmente era importante decir no valía ya lo que una vez se llamó poesía, o novela, o cuento. Transcribir conversaciones era arduo y aburrido: anotar reflexiones como las del náufrago que arroja notas en botellas que lanza a la mar era poco esperanzador.
Había que encontrar otra forma, una que fuera nueva de verdad y que sirviera no sólo para crear y expresar sino también para comunicar, porque creación y expresión solipsistas son al arte lo que la masturbación es al coito.
Pero si el árbol es frondoso no cabe duda de que sus raíces extraen agua de alguna parte, y aunque a su alrededor el paisaje parezca desértico bastará cavar un pozo suficientemente profundo para encontrar manera de saciar la sed.
Felices son, en efecto, los que creen sin necesidad de ver, porque su fe es más cierta que la evidencia.
¡Horror! ¡Un creyente!
Os equivocáis.
Mi fe no radica en ninguna creencia, sino en la simple convicción.
Ya que radicar es la manera en que el árbol, seguro de encontrar en la tierra lo que necesita, levanta sus brazos hacia el cielo.
Y si en el mundo en que vivís no quedan ya árboles, ni tierra, ni cielo, es hora de que dejéis de llamaros humanos y adoptéis nombres de cosas.
Eso dijo el pájaro.
Y a continuación levantó el vuelo.
El árbol lo miró alejarse sin moverse apenas.
Aunque el viento susurró palabras secretas entre sus hojas.Porque ni pájaros ni árboles viven sin viento.

Thursday, February 02, 2006

california

EN ALGÚN LUGAR DE CALIFORNIA, entre 1960 y 1970 un ángel se detuvo a jugar billar.
Era una carambola difícil la que intentaba: tenía que ver con el ser y la nada, la materia y el espíritu, el bien y el mal.
Un chico que fumaba marihuana le preguntó:
-¿Crees que funcionará?
- Tendrá que pasar algún tiempo para que lo sepamos- respondió el ángel -pero si también tú le pones fe es seguro que sí.

El chico no tenía fe ni sabía dónde encontrarla, pero la mirada del ángel le había infundido una sensación tal de belleza que fue a una casa de empeños y se compró una guitarra.

Las guitarras se parecen a las mujeres y éstas a las guitarras, nadie sabe qué cosa fue primero. Tanto a unas como a otras hay que saber tocarlas para que produzcan música, y eso fue lo que el chico se propuso aprender a hacer.

Tuesday, January 31, 2006

Woodstock 3

1.
SIGUE LAS PALABRAS Y ELLAS TE LLEVARAN HASTA EL AROMA DE LA MUJER QUE AMAS: en la calle no había un alma, pero el anuncio era llamativo. Letras turquesa sobre un fondo malva, que parecían vibrar sin terminar por decir nada más de lo que decían. Guillermo encendió un cigarrillo.

Era verano de los duros y cuando el verano es duro en New York y uno no tiene un dólar en el bolsillo para entrar a un bar a tomar una cerveza ya no es duro sino pétreo.

La chica de la noche pasada se había esfumado sin decir nada ni dejar señas. Es verdad que sólo habían cruzado un par de palabras: Lorena, su nombre, y la explicación erudita que él quiso darle sobre el origen de la palabra de acuerdo a lo poco que había leído sobre la historia de Francia que ella escuchó con una sonrisa de las que venden los avisos de cosméticos. Sus manos eran pequeñas y tenía en alguna parte de la mirada una inquietud que Guillermo no supo descifrar. No era una profesional, eso estaba claro, pero estaba demasiado sola y no parecía esperar a nadie. Es de las mujeres de las que uno se puede enamorar, se había dicho mientras la veía de perfil y se acercó sin hacer apuestas, sólo por estar más cerca. Fue el perfume lo que lo invadió. Le recordaba algo impreciso pero fuerte. Era como la foto de pequeño de alguien que uno conoce bien y que no puede reconocer porque el tiempo transforma las cosas sin pedirle permiso a nadie y...

El automóvil verde se detuvo a pocos metros y Guillermo vio salir al jovencito que se le acercó con las manos en los bolsillos del jean y una mirada que no delataba sentimientos. Venía a pedirle fuego, se había quedado sin cerillas y el encendedor del coche no funcionaba. Guillermo tuvo tiempo de pensar en que cualquier otro hubiese hecho la aproximación sin bajar del coche, pero la idea se hizo humo cuando encendió el cigarrillo y sintió que no había peligro.

-Estoy perdido- dijo el chico.
- Somos dos- respondió él.
- Ven conmigo. Rodando se siente menos el calor y manejar solo es aburrido.

2.
No se enteraron de que la cosa había comenzado hasta dos horas más tarde, cuando detuvieron el coche en la calle 14 y se bajaron de él porque los pasajeros de los vehículos que estaban detenidos delante hacían lo mismo y corrían hacia el este.

Un gordo alto tropezó con ellos y no hizo falta más que la expresión de asombro para que dijera antes de seguir corriendo:
- La guerra...

La gente entraba y salía de los edificios y parecían insectos enloquecidos en un hormiguero que arde. Algunos tenderos cerraban sus rejas. En otros comercios con las vitrinas rotas muchas personas se dedicaban al saqueo.

Caminaron hasta que se hizo de noche. Estaban en Central Park, donde se congregaba una gran multitud. Había carpas y hogueras. En torno a ellas los niños correteaban y los adultos charlaban.

Muchos fumaban hierba. En los arbustos las parejas se amaban.

HEMOS VUELTO A WOODSTOK PARA QUEDARNOS decía un letrero con los mismos colores que el que había visto en la mañana.

Encontró a Lorena recostada contra un árbol leyendo un libro.
-Hola- dijo ella. Mira lo que he encontrado en una librería desvalijada.
Le mostró la tapa del libro. Era una historia de Francia de tapa dura con una foto a colores de Nôtre Dame impresa en la camisa de papel glasé que forraba la portada.

Se sentó a su lado. El chico y él habían quedado en volver a encontrarse al amanecer en la salida que daba a la plaza de la quinta avenida, por si hacía falta buscar el coche para ir a otra parte.

- La revolución francesa fue algo parecido a esto- dijo la muchacha. ¿Crees que les cortarán la cabeza a los políticos?

- Espero que no, porque si es así terminaran cortándoselas unos a otros.
- Es raro. Dicen que es una guerra, pero no he escuchado disparos ni explosiones ni he visto sangre.
Guillermo no contestó. Un grupo se empezaba a formar en torno a un individuo de barba que hablaba. Se acercaron.

- El gobierno ha desertado, muchachos. – dijo con una sonrisa fresca- tendremos que arreglárnoslas sin él.

Risas y aplausos. Uno que había levantado un brazo preguntó:
- ¿Qué es lo que ha sucedido exactamente?
- Hay versiones contradictorias- dijo el de la barba. Hablan de una ataque terrorista en Washington, del quiebre de la bolsa, de la revolución de los obreros de la industria automotriz, de la llegada de los extraterrestres...Nadie sabe nada.

- ¿Por qué las radios emiten sólo música?
- Porque los empleados están aquí- respondió una chica pelirroja- Trabajo en NBC.

- ¿Y qué fue lo que pasó? -Preguntó otra chica.

- No lo sé. Anunciaron por los altavoces que abandonáramos el edificio en calma, que no había riesgos inmediatos. Nos dijeron que nos fuéramos a nuestras casas. Eso es todo.

Lorena tomo la mano de Guillermo y lo atrajo hacia un lugar apartado.
- Ven conmigo, no quiero estar sola.
-¿A dónde?

Esto ocurrió el día en que se acabó el mundo. Al menos el que conocían los humanos en esa época.

Fue entonces cuando comenzó la historia.

Monday, January 30, 2006

PERSÉFONE ( 3 y 4)

Sé que en este informe debo atenerme a los hechos y reducir al mínimo el estilo “literario”. Si lo utilizo es sólo como marco en el que colocar mis ideas en orden y poder trasmitir la información que se me ha pedido. En el trabajo con los contenidos implícitos, los metamensajes y la lectura entre líneas hay que recurrir constantemente a fórmulas sintácticas provenientes de la literatura porque la ciencia no ha desarrollado todavía una estructura lingüística suficientemente precisa para abordar estos temas.

Narraré, por consiguiente, como si se tratara de un texto de ficción.

Esteban – facilita la tarea establecer un nombre propio para referirse al paciente porque es más fácil de recordar que una letra o un número- está casado por segunda vez con Ana, a quien conoció en un estudio de grabación hace doce años, cuando era locutor de radio.

Esto lo sé porque ha sido mencionado muchas veces por periodistas y aparece en notas diversas en la red. De aquí en adelante mencionaré mi fuente sólo cuando me parezca que no se hace evidente el origen de mi información. En todos los demás casos la fuente es siempre internet y/o mi trabajo de espionaje en la correspondencia vía e-mail.

Tiene la pareja tres hijos, dos de los cuales son ya adultos profesionales y viven de manera independiente. La tercera, Teresa, tiene 19 años y todavía vive con sus padres. Estudia medicina.

El productor del programa de Esteban es José. La esposa de José es Carmen. Carmen tiene una amiga que llamaré Rita, que es escritora.

Rita ha sido una fuente de información muy útil. Sus cartas y sus escritos reflejan sentimientos que tienen que ver con sus relaciones sentimentales y de amistad. Carmen es una amiga cercana con la que se cartea a menudo ( utilizaré la nomenclatura clásica de la correspondencia para evitar la innecesaria referencia permanente al medio electrónico) y con la que conversa sobre temas diversos. En muchas ocasiones el nombre de Esteban aparece en la correspondencia: José y Esteban mantienen una relación estrecha y muchas veces tensa. Esteban exige mucho y José no siempre está de acuerdo con su criterio. Carmen lo refleja a Rita, la que a su vez traslada esos datos, convertidos en ficción, a sus novelas.

Carmen envía siempre sus originales por e-mail, en formato word.
Haciendo búsquedas avanzadas en ellos con palabras clave derivadas del tema obtengo estructuras de pensamiento, personajes y frases que remiten directamente a mi caso, o al menos a su entorno.

Otro detalle es que – y con esto concluyo mi presentación de Dramatis Personae para facilitar la explicación- Ana, la esposa de Esteban, conoce a Rita, fueron compañeras de estudio en la secundaria.

El campo de acción en que me ha tocado trabajar hasta ahora es casi siempre acotado y reducido. Las relaciones de un individuo se ramifican en un ecosistema bastante pequeño, se podría hablar de “endogamia comunicacional” si el término no les parece demasiado rebuscado. El hecho es que las “familias” de amigos, conocidos, colegas, etc. se superponen casi siempre. Para estos pacientes, la frase hecha “el mundo es pequeño” es casi siempre una realidad.

Esto facilita mi trabajo, desde luego, pero también lo hace más laborioso, en la medida en que la parte del material de estudio que es simple repetición es muy grande y requiere de mucho tiempo perdido para su examen exhaustivo. Siempre se trata de buscar agujas en grandes pajares.

Mi premisa ( y el experimento fue diseñado para validarla o no) era que Rita y Esteban había tenido un corto romance durante su encuentro casual en un congreso que tuvo lugar en un hotel del sur de francia, hace dos años.
No hubo continuación del episodio ni contactos ulteriores. Posiblemente acordaron que debía permanecer en secreto y que no convenía repetirlo.

Hace dos semanas, Perséfone simuló un correo remitido por Rita y dirigido a Esteban que decía simplemente:

“ Al tanto de aquello quienes pueden sentirse mal por ello.”
Rita.


La respuesta fue casi inmediata. Mi premisa estaba validada.

“Saber quién y de qué modo, podría ayudar”
Esteban.


Ese correo fue interceptado por mí y nunca llegó a su destinataria. Haber confirmado la premisa no me autorizaba a dar curso a una intriga que no serviría para nada. El paciente, sin embargo, había sido intervenido y los efectos de la operación se sentirían por un tiempo.

Las condiciones estaban controladas; yo sabía que Rita estaba residenciada en Roma y que no habría ocasiones cercanas de encuentro físico: Esteban vive en Madrid.

Para aplicar a la incisión una compresa hice llegar a Esteban un mensaje de retorno de correo por dirección inexistente. Poco después hice circular en su entorno un correo genérico con intención de que alguien se lo hiciera llegar como reenvío, cosa que ocurrió des días más tarde.
Decía así:

“Nos hemos enterado de buena fuente que ciertos bromistas hacen llegar cartas que provienen aparentemente de amigos nuestros con mensajes confusos o comprometedores que no han sido escritos por quien aparece en el remitente. Sugerimos confirmar su envío reenviando el mensaje recibido a quien supuestamente lo ha enviado, para confirmar su procedencia”

Esta medida era, tal vez, necesaria, pero duplicó mi trabajo. Durante un largo tiempo tuve que revisar cantidad de correos que iban y venían con el mismo mensaje.

Pero surtió efecto en Esteban, que no insistió y que , aparentemente, dio el asunto por concluido.

Sólo que Perséfone no duerme.

4.

Si mi trabajo hubiese sido el de un chantajista, la tarea estaría prácticamente concluida. En mi caso, apenas comenzaba.

El objetivo es producir “pequeñas perturbaciones”, como expliqué al principio. Aunque esto lo sabe quien leerá este informe prefiero hacer todo lo más explícito posible, por el bien de la ciencia.

Se entiende por perturbación una incidencia voluntaria en el curso de acontecimientos de carácter personal con el propósito de generar alteraciones sensibles que produzcan reflexión sobre comportamientos que se han convertido en hábitos inconcientes.


En teoría, un número suficiente de perturbaciones genera un número proporcional de reflexiones. Una cierta suma de reflexiones puede producir , a su vez, un descubrimiento.

El marco teórico utilizado es la teoría de Koestler sobre la creatividad.

Volviendo al relato, el descubrimiento que buscaba se relacionaba con la capacidad del sujeto para producir respuestas de índole renovadora en sus televidentes.

Interviniendo la correspondencia de José ( el procedimiento de las intervenciones colaterales está relatado en los anexos) logré que se entrevistara en el programa del 11 de julio al autor de un libro de moda sobre las relaciones clandestinas de figuras públicas.

Aunque el libro y su autor estaban entre los temas que figuraban en la lista preliminar que se discutía en las reuniones de producción de los lunes, no se habían considerado como propuestas con posibilidades de aprobación. Para que un entrevistado llegue a convocarse hace falta el voto del entrevistador , el productor y un representante de la planta. La aprobación de este último es imprescindible, por lo que su voto cuenta en realidad como mayoría.

En el caso que refiero, el escritor no contaba con dicho voto porque el tema era calificado como “polémico”. Ni José ni Esteban habían discutido el asunto más allá de las referencias jocosas al libro y a los secretos de “estado” que allí se revelaban.

Hay siempre un cuarto elemento, y en este caso se llamaba Lucía, la asistente de R. , el representante de la planta de t.v.

Lucía fue fácil de manejar a través del e-mail, que para ella era equivalente a una orden firmada.

Esperé a que R. estuviera fuera por una semana –se ausentaba con frecuencia por razones de trabajo- para enviar de su parte un correo con indicación precisa de incluir al escritor en la agenda. José, al recibir copia, no puso objeciones.

Tenía ya la aprobación garantizada, pero era preciso que Esteban aceptara: de otro modo podría presentar una queja a los superiores.

CONTINÚO LUEGO: ACABA DE ENTRAR NUEVA INFORMACIÓN.

PERSÉFONE (2)

Mi personaje se presenta en público como un resumen de todo lo que es aceptable y conveniente, porque ese es su papel. Es correcto, culto, amistoso, tolerante...él es, como muchas veces se dice y él en ocasiones se cree, la “imagen” del canal.

He realizado muchos estudios de tipo clínico sobre ese asunto de la imagen. No me interesa la parte publicitaria o las consideraciones sociológicas: si la imagen es el vicio de una sociedad volcada hacia la apariencia en contraposición con el ser es un asunto que no forma parte de mi campo de estudio. Lo importante para mi es que refleja, en casi todos los casos, una cortina que yo debo correr para hacer mi tarea con eficiencia. como he logrado hacer en este caso, gracias a esa mínima intromisión de un detalle que me ha permitido ver algo detrás de esa imagen.

EL debe desempeñar, como he dicho, un papel neutro; sus opiniones no cuentan o sólo cuentan en la medida en que sean expresión de lo que se asume que piensa su público. El público es otra de esas generalizaciones sin contenido que interactúa con la imagen para hacer mi trabajo más difícil. Siempre se dirigen a un público imaginario en el que no hacen sino reflejar su imagen, imaginaria también. El elemento que introduce alguna porción de realidad es el entrevistado. Mi paciente tiene un segmento de entrevistas y cada día conversa con una persona diferente. El entrevistado no escapa, desde luego, a la ecuación entre imagen y público, también muestra solamente lo que se considera correcto y conveniente mostrar. Pero como su configuración es diferente de la del entrevistado, la interacción no siempre es predecible. Sobre todo cuando hay un duende en la tramoya, como yo.

PERSÉFONE

Me levanto a las 3 de la mañana y me pongo a trabajar, Soy una Hacker Mística y mi nombre en clave es Perséfone. Mi tarea es producir pequeñas perturbaciones.

Esta madrugada, al comenzar, he tenido una pequeña satisfacción. Un “blanco” ha respondido y ha caído en una de mis trampas de sentido.

Introduzco ligeras variaciones en textos banales, generalmente en correos electrónicos personales. No envío invitaciones a compartir millones con ex-funcionarios de bancos africanos ni notificaciones de loterías inexistentes: me cuelo en cartas de tus amigos y cambio una par de frases aquí o allá. La mayor parte de las veces nadie se entera.

Es un trabajo arduo y sus resultados tardan tiempo en producirse; a veces nunca se producen. en muchos casos sólo creo disturbios menores. Alguien le escribió: “Te quiero” a su amiga de la infancia y yo introduje además “ toda mi vida he deseado que me comprendieras” o algo por el estilo. Generalmente la amiga de la infancia no responde; asume que el otro andaba un poco borracho ese día y lo deja pasar.

No hago ficción: debo estudiar seriamente a mis víctimas para que los virus emocionales produzcan un efecto que resuene con su contexto anímico. A veces produzco una vacuna instantánea y debo abandonar el caso o comenzar de nuevo, Pero otras la plaga prende y se desarrolla. Como ayer.

El personaje es un presentador de televisión. Es la primera vez que me asignan una caso de repercusiones públicas. Aunque nunca me dan evaluaciones de mi trabajo asumo que debo haberlo hecho bien para que me confíen esta misión.

Estuve tres meses estudiando al “paciente”. Conozco su vida entera a través de su correspondencia y de las personas que le escriben. Ramificando, he llegado hasta enlaces de enlaces en décima generación. Las cartas que su hermana le escribe a un amigo que a su vez le escribe a su novia, que a su vez...aunque la presencia del paciente se va diluyendo homeopáticamente en la muestra ramificada, siempre queda algo de su egrégor personal: luego explicaré esa parte. En pocas palabras es que existen familias afectivas que presentan una configuración de base común. Es parecido al principio de los seis grados de separación, aunque en otro contexto. Lo explicaré más tarde también.

Lo que encontré ayer, antes de elaborar mi nueva fórmula, que luego inoculé con el resultado que obtuve, fue un dato aparentemente nimio en un lejano acontecimiento relacionado con una mujer que fue compañera de mi paciente una vez. Según he podido rastrear fue una relación de las que llaman “casuales” porque la mujer en cuestión estaba casada en aquella época. Pero la mención al lugar y la fecha en un mensaje que ella envió hace unos días a una amiga, donde comentaba –creyéndose cubierta- que era algo que le traía recuerdos dulces y amargos a la vez, me hizo caer en cuenta de lo que había sucedido. Ella y mi paciente eran compañeros de trabajo y coincidieron en un hotel de esa ciudad en la fecha referida. A veces tengo acceso a cuentas de tarjetas de crédito, pero esta vez no me hizo falta hacer comprobaciones: si se trató de una mera reunión de negocios , la referencia a recuerdos con contenido emocional está de más. Me he vuelto muy experto en detectar esos contenidos
aparentemente intrascendentes que sin embargo delatan una trama interna que pocas veces se deja entrever de esta manera. El hecho es que en un correo de otra fecha, dirigido por mi paciente a un colega, se describe el lugar con detalles de paisaje que no suelen estar presentes en reportes de ese género. Se habla, por ejemplo, de un lago dentro del bosque donde se pueden hacer paseos “íntimos” en una pequeña embarcación. La palabra está, sin lugar a dudas, completamente fuera de contexto dentro de una comunicación informativa sobre un lugar apropiado para un encuentro profesional.

Por otro lado, mi paciente y el colega a quien le escribe no tienen una relación estrecha ni mucho menos. El desliz, que para el que recibe la carta pasó completamente desapercibido, me dio a mí – testigo oculto- la clave del acertijo.

No es que me guste particularmente develar relaciones clandestinas: no soy detective ni me interesa la novela rosa, pero ese tipo de situaciones es a veces un terreno apropiado para extraer lo que yo busco, manifestaciones de orden emocional profundo. Si tuviera acceso a los sueños tal vez no tendría tanto trabajo de sabueso, pero son pocos los casos – al menos los que a mí me han tocado- en que el paciente cuente sus sueños por e-mail. Porque el e-mail es todo lo que tengo, apartando la información que pueda obtener del individuo a través de internet, que no es casi nunca demasiado útil. Ni siquiera cuando se trata de un personaje público, como sucede en este caso.
El e-mail es mi hematología y es todo lo que tengo para hacer un diagnóstico y para formular mi tratamiento.

Sunday, January 29, 2006

MINORÍA

“A la minoría siempre.”

GOETHE

LA MAYORÍA NO TIENE NUNCA LA RAZÓN por una razón muy simple: no existe.

Todos los seres humanos que habitan el planeta pertenecen a una minoría: sean españoles, o franceses, o blancos, o negros, o chinos incluso...piense usted a qué minoría pertenece. ¿Se llama usted Ruiz o González? Busque en la guía telefónica y verá que los que llevan su apellido son una minoría. ¿Es usted de izquierdas o de derechas? Dese una vuelta por las estadísticas y comprobará que los que piensan exactamente como usted son una minoría. Tanto si es heterosexual como si es gay, mujer u hombre, joven o viejo, agregue las características que aplican a su caso, como heterosexual-joven-europeo-lector de blogs y verá que en cualquiera de las combinaciones posibles todos formamos parte de alguna de las innumerables minorías que en conjunto nunca forman una mayoría de ninguna clase.

No nos equivoquemos: la historia nunca la han hecho las mayorías. Una minoría que se destaca por su conciencia de ser minoría habla en nombre de todos y muchos , creyendo por un momento que forman parte de un consenso general, se ven re-presentados por esa minoría y se sienten a gusto pensándose mayoritarios.

Hasta que comprueban tarde o temprano que los que decían re-presentarlos sólo se representan a si mismos y que los que decían acompañarlos mayoritariamente los abandonan...para regresar cada quien a la minoría a la que pertenece, que en fin de cuentas se resume en uno mismo. Porque como usted, no hay dos...ni qué decir miles o millones.

Las “masas” son un término más útil en repostería que en política.
Salvo cuando hacen con ellas pasteles que se reparten entre los pocos que tienen, y siempre han tenido, el poder.

Todos los reyes van desnudos.
Hay niños con más valentía para decirlo que los adultos. Pero hay, incluso, pocos niños con la valentía suficiente.